viernes, 18 de diciembre de 2015

Intocable



Cuando esta película rompió todas las taquillas en el país (es la película con más éxito en Francia), yo ya vivía por aquí, pero no era una época en la que estuviera excesivamente integrado, por lo que tuve que ser de los pocos que no fue a toda velocidad al cine para verla. Años después he podido subsanar ese error. Que mala leche de película ¡jué!

De acuerdo con el sistema de paro francés, debes demostrar que estás intentando buscar trabajo para seguir cobrando el subsidio. Es por ello que Driss, un experto en los bajos fondos, se ha presentado a la oferta de cuidador de Philippe, un tetrapléjico aristócrata, seguro de que va a ser rechazado, para así seguir cobrando. Sin embargo, nadie cuenta con que Philippe, asqueado de la vida, decida tocar las narices a todo el mundo y contratarlo. No podía haber dos personas más diferentes, pero aún así comparten un modo similar de ver la vida, con lo que acabarán congeniando, aprendiendo a sobrellevar sus penas de mejor manera.

Si una cosa destaca del humor francés es su proclama por el derecho a poder reírse de todo y de todos. Si el chiste es bueno, no hay nada sagrado. Es todo un soplo de aire fresco en estos tiempos de corrección política y ofensas gratuitas a flor de piel. Y vaya si se quedan a gusto. Toda la película desborda de humor negro con la más mala leche posible. Partiendo de que la mitad de chistes son a costa de un tetrapléjico, ya os podéis hacer una idea, todo es motivo de mofa: chistes de negros, discapacitados, policías, nazis… Qué sobredosis de mala idea, qué buena calidad en los chistes y qué hartón de reír. Internamente estás pensando “no debería reírme de esto” pero no puedes evitar partirte a mandíbula batiente. 

El humor es simple, directo, con toneladas de acidez y funciona estupendamente gracias a la naturalidad que desprende la relación entre Omar Sy y François Cluzet. Aunque “real”, el planteamiento es esperpéntico, forzado, pero ellos consiguen hacerla creíble. Todo un mérito. El puñado de secundarios son un lujo, con actuaciones llenas de autenticidad en su patetismo, aprovechando un guión que les da el protagonismo exacto que necesitan.

Lo más curioso es que todo el montón de chascarrillos, similares en cantidad a un American Pie, se aprovecha para acercarse a dos dramas muy reales y terribles: El frustrante día a día de un marginado en un barrio deprimido, dónde salir adelante es muy difícil y la tentadora promesa del dinero fácil de la droga está tan presente; y la tetraplejia, que anula al individuo y le impide hacer NADA, reflejando que siguen siendo personas, que hay que tratarlas como tales y que estar en una silla de ruedas no te impide tener capacidad de decisión o ilusiones en la vida.

Son temas durísimos que darían para dramas desgarradores, pero el humor permite al espectador un respiro, acercándole a la tragedia sin que se le rompa el corazón en el proceso. La química entre personajes, su empatía y su parecida forma de ser (a pesar de sus diferencias monetarias) permite jugar mucho mejor con ello. Escenas como la del afeitado, la ópera, el cumpleaños de Philippe o las escenas de Driss con Magalie son desternillantes y tristes al mismo tiempo.

El éxito se basa en varios aspectos, principalmente por su humor pasadísimo de página que rompe muchos esquemas (como la reciente Relatos Salvajes) obligándote a reírte de cosas que normalmente no te harían gracia. Como compensación y para no remordernos la conciencia demasiado, juega con el sentido de la felicidad, recordando que no está en la acumulación de dinero (una vez puedes vivir) sino en el hecho de garantizarse relaciones con terceros con un gran cariz humano, donde los intereses queden relegados y todos obtengan un beneficio, porque no nos engañemos, no hay relaciones en la vida que sean altruistas.

Es una película demencial, una bastardada muy serena que habla de la amistad, la felicidad y que se permite reír de todo (o casi) con una mala leche considerable. Un descojone de primera y, al mismo tiempo, un recuerdo de que la vida no suele ser agradable.

Nota: 8
Nota filmaffinity: 8,1

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