sábado, 30 de mayo de 2015

Marius y Jeannette

Después de dos rondas de Cárax, la DPM de este mes nos ha propuesto una historia de amor bastante más pequeña y fresca. De las que entran bien y se disfrutan relajadamente. Como casi siempre, no tengo ni idea de que me espera, pero hay casi garantía de buenas propuestas (o al menos, diferentes a los circuitos habituales).

En Marius y Jeannette hay que alejarse de los tópicos yanquis sobre el amor y las relaciones. Olvidemos todas las mariposas en la barriga, los amores a primera vista, las idealizaciones gratuitas y la estupidez melosa que impregnan todas las comedias románticas clónicas de Hollywood. Aquí tenemos una relación coqueta de dos personas normales que tienen vidas más o menos normales. Ambos padecen los problemas que arrastran aquellos que han tenido una vida dura pero que aun así luchan por tirar adelante.

Ella, cajera de supermercado. Él, vigilante en una construcción. Cada uno de ellos con sus traumas, maltratados por la vida, fieles retratos de los barrios obreros donde hay que luchar por salir adelante y sobrevivir con lo que se tiene. Deben luchar contra las desilusiones que han recibido una y otra vez, afectando a su autoestima, impidiéndoles concebir que alguien pueda querer encariñarse con ellos más allá de la simple calentura sexual. Poco a poco, irán reconociendo sus sentimientos, aceptando que lo que sienten no son ganas de echar un polvo sino simple amor, desarrollándose con plena naturalidad y realismo.

Y es que el progreso de toda la relación es perfectamente creíble. Desde la desconfianza mutua inicial hasta que se dan cuenta de que están enamorados hasta las trancas. De fondo, huelgas y otras luchas obreras jalonan el paso, mostrándonos al resto de un vecindario cuyos entrañables personajes se nos hacen pronto cercanos. Todos tienen su historia y la película guarda uno o dos momentos para que cada uno de ellos se luzca, explayándose sobre su filosofía para la vida y cómo hacen para tirar para adelante a pesar de las dificultades del día a día.

La descarnada fotografía retrata una deprimida Marsella de finales de los 90, con su eterna crisis (aunque ahora lo estén pasando peor). Sucia, contestataria y decididamente obrera, Marsella se muestra agitada, reivindicativa. No contiene ninguna denuncia social,  puessólo funciona como un escenario muy reconocible, un fondo donde situar todo el percal. Destila realismo y cotidianeidad, permitiéndonos empatizar rápidamente con todos sus habitantes, cogiéndoles cariño desde el primer momento y sufriendo agradablemente con sus penurias.

Estamos ante una pequeña gran película. Su propuesta es modesta pero no por ello está mal aprovechada, pues despliega grandes dosis de naturalidad, demostrando que ni las acrobacias sentimentales ni la sobredosis de azúcar son necesarias para aportar un buen toque de romanticismo. Pero tampoco hay tanto que contar. Actores muy creíbles, una historia simple y bien contada y pocas ganas de meterse en follones inadecuados. Caramelito fácil y devorable cualquier domingo tarde, de los que te dejan una sonrisita tonta y feliz.

Nota: 7
Nota filmaffinity: 7.1

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