martes, 1 de enero de 2013

¡Rompe Ralph!


Desde hace unos meses que había visto el tráiler y había pensado: “Ésta no me la pierdo”. Después de que las películas de animación se centraran en los juguetes, coches, robots y aviones, ¡por fin se centran en los videojuegos! Y además con una buena multitud de licencias debido a los cameos que se iban filtrando, Sonic, Zangief… No tenía ni idea de qué iba la historia, pero estaba claro que la iba a ver.



El film se centra inicialmente en el clásico “Repara-Félix Jr.” en que hacemos de unos mecánicos y tenemos que arreglar todo lo que rompía Ralph. Este entrañable malo de videojuego sufre una grave depresión, ya que él desea ser -aunque sólo sea por una vez- el bueno y ser aceptado por los demás personajes de su videojuego. Cuando vea que eso no es posible inicialmente, decidirá huir de su videojuego, colándose en otros, de distintos mundos y distintas generaciones, para convertirse en héroe, aunque no será consciente de los problemas que esto causará…

A pesar de que Disney lleva muchos años a la sombra de Pixar, haciendo películas funcionales pero menores -sólo Enredados se salvaría- parece que por fín ha aprendido un poco la lección. Ha cogido un poco el esquema de Toy Story o de Shrek y le ha dado una vuelta de tuerca, pero buscando lo mismo: Una historia muy simple pero que funciona, personajes carismáticos y un buen montón de detalles nostálgicos para el espectador más adulto. Es una de esas películas que cualquier niño puede disfrutar por su simpleza y sus chistes, y a la vez cualquier adulto sacará a la luz a su niño interior y lo gozará como si fuera la primera vez que va al cine en su vida.

Lo que más me ha encantado, por encima de todo, es el enorme cuidado que se ha tenido para incluir a cada uno de los videojuegos. Es simplemente precioso. Cómo película, se ha pensado -y mucho- en los jugones que han crecido con los videojuegos pero desde los inicios de los mismos, ya que tenemos bien reflejada la atmósfera del Tappers al que jugaba de niño, los 4bits del PacMan, los movimientos rígidos de los 8bits, el pixelado de los 16bits y las demás generaciones hasta el Hero’s Duty (Call…) o el Sugar Rush, que recuerda “demasiado” a un Mario Kart repleto de edulcorante.

Toda la película es una oda, una auténtico homenaje al mundo de los píxeles y el entretenimiento, ese del que todos alguna vez hemos disfrutado, un homenaje increíblemente divertido y nostálgico. Personalmente, adoro los videojuegos desde el inicio y creación de los mismos (aún recuerdo los primeros del ZX spectrum, el Atari, el Commodore, las recreativas de los bares... hasta la Playstation 3, la Xbox, o la WiiU) hasta la actualidad. Soy un habitual consumidor de este tipo de ocio electrónico y quizás por eso la película ha conectado especialmente conmigo. Empieza la película y ves la carátula original de la recreativa del Street Fighter II -a ver cuántos la han visto- y, tan pronto se va la gente, Ryu y Ken dejan de pelearse y se van a tomar unas birras, o ves aparecer el (!) del Metal Gear Solid (sonido incluido), setas de Mario, Pacman y sus fantasmas, a Sonic recordándonos que hay que tomarse las cosas con calmas y sin prisas, a Zangief explicando sus llaves destroza-cuellos, a Kano haciendo un fatality -así porque sí-, los múltiples cameos de un segundo de Mario, Ryu, Mr. Bison, Plok, Bowser, Lara Croft, Time Crisis, Sega Rally y así un larguísimo etcétera -que a buen seguro será aún más grande en la asegurada segunda parte-, las extrañas apariciones inesperadas de los calzones de Zangief… Son cientos de detalles bien ubicados y tenidos en cuenta, de los de apretar el Pause y empezar a repasar el montón de detalles que están de fondo en la pantalla.  A mí ya me habían ganado, y si además le añadimos una historia entretenida, una animación cuidada y una duración ajustada, pues mejor.

La historia es, obviamente, para niños, fácil de seguir y entendible por todos, pero con suficiente chicha para que el adulto veterano en videojuegos pueda disfrutar igualmente, como si se hubiera cogido a Shrek y se cambiaran los cuentos de hadas por videojuegos y se le hubiera quitado algún chiste gamberro que otro. La mezcla del Hero’s Duty con el Sugar Rush mientras son perceptibles las diferencias de personajes provenientes de diferentes generaciones tiene su gracia. Los chistes pecan a veces de pueriles y el Sugar Rush se puede hacer algo indigesto en su imaginería, pero la animación desplegada es altamente satisfactoria y el diseño del universo es brillante, realizado con un enorme y evidente cariño.
El desarrollo de la historia es totalmente predecible y hay algún que otro momento muy azucarado, pero el conjunto es divertidamente disfrutable y con un final merecedor de estar en una twisted version del Gears of War. El epílogo final es enternecedor, a pesar del exceso de azúcar.

Es evidente que es una película hecha por y para jugones -y para niños-, cualquier adulto que no posea una sólida experiencia en videojuegos -especialmente en los clásicos- se va a perder la mitad o más de los chistes del film. El resto, disfrutarán como niños pequeños, emocionados por los seguros ataques de risa y nostalgia que provocará.

Si bien es verdad que Brave era insuperable en cuanto a definición y recreación detallista de un escenario, su guión era claramente inferior, con unos personajes mucho menos carismáticos y un ritmo más cansino que Rompe Ralph. Parece que esta vez Disney ha hecho su trabajo mejor que Pixar.
Además, mientras el guión sea mínimamente potable, el variado mundo de los videojuegos y sus personajes da para muchas pelis más. La segunda parte, con Mario y Sonic como personajes relevantes, ya está incluso anunciada.

Nota: 7
Nota filmaffinity: 7.4

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