sábado, 24 de marzo de 2012

Sin Cobertura (Jordi Bordas y Eduardo Martín de Pozuelo)


Título: Sin cobertura
Autores: Jordi Bordas y Eduardo Martín Pozuelo

“Cuando Estados Unidos decide unilateralmente invadir Irak, esgrime dos razones: que Irak posee armas de destrucción masiva y que apoya a Al Qaeda. Para comprobar su veracidad, los Servicios de Inteligencia de todo el mundo despliegan sus agentes de espionaje. En España, Sebastián Villanueva, jefe de Inteligencia Exterior del CNI y máximo responsable del Servicio de Información de Oriente Medio, pulsa su red de colaboradores iraquíes. Rodeado de fuertes presiones nacionales e internacionales, y en una frenética carrera contra el tiempo, descubre la falsedad e informa al Gobierno para detener la participación española en el conflicto. Pero las motivaciones políticas hacen inútiles todos sus esfuerzos y, tras la Cumbre de las Azores, el mundo asiste perplejo al estallido de la guerra. Ya en pleno conflicto, la red de colaboradores iraquíes al servicio del CNI reclama que no se les abandone a su suerte en Irak -sin cobertura- y Sebastián les promete ayuda. El Gobierno, sin embargo, le pone trabas para cumplir su promesa… una decisión que dispara la tensión y enciende los deseos de venganza. Y lo más terrible: la semilla de la mayor tragedia ocurrida en suelo español ya está plantada y sólo es cuestión de tiempo…”

Éste es uno de esos casos en que el resumen de la contraportada se excede en su tarea, ya que te cuenta todo el libro. No obstante, hay que tener en cuenta el hecho de que todo el mundo (casi) conocerá los hechos principales que cuenta la novela. El libro empieza tras la “extraña” invasión a Perejil y acaba con las consecuencias derivadas de la participación de España en la guerra de Irak.

Como planteamiento -contemplar todos los hechos desde el punto de vista del CNI-, el libro es original y funciona durante sus primeras páginas como una aceptable historia de espías. No es nada habitual encontrar una novela de espías al típico estilo Forsyth o Clancy realizada en España.
Es necesario remarcar el hecho de que el libro no intenta en ningún momento “destapar la verdad” ni “asegurar que sucedió así”, aunque probablemente haya cosas ciertas. Simplemente es un ejercicio de política ficción, contando una historia conocida desde un punto de vista diferente. Es verdad que seguro que hay una gran tarea de investigación a la hora de diseñar la forma de funcionar de los servicios secretos, pero no se aprecia intención alguna de desvelar secretos.

El mayor problema al que se enfrenta la novela es el hecho de estar escrita en lenguaje periodístico, alejado del estilo novelístico habitual. Esto provoca que todas las cosas que pasan están contadas en un tono muy detallista, abrumador en datos y absolutamente falto de ritmo. Además, cada vez que aparece un personaje nuevo, se detiene la acción durante un par de páginas mientras el autor te hace un resumen de su biografía. Esto ocurre incluso cuando el personaje no vuelve a salir en todo el libro. No pasa nada -ejem…- si estás interrupciones se producen en las primeras páginas del libro, pero que a treinta páginas del final te entretengas en decirme qué carrera (y en qué Universidad) estudió un personaje que no ha salido ni volverá a salir… pues bueno, no es lo mejor para la historia.

En cuanto a los personajes, hay dos perfiles distintos:

Tenemos a Salvador Villanueva y a su gente: Salvador es el jefe de los servicios secretos para Oriente Medio y tiene un equipo a su cargo. Es inteligente, justo, buen investigador y consciente de sus deberes. Intenta siempre realizar su trabajo a la perfección y proteger a su país sin importar quién esté al mando. Eso sí, siempre consciente de sus deberes y de respetar la cadena de mando. Se preocupa de sus hombres, todo lo hace de buena fe… Vamos, un dechado de virtudes. El trabajo de caracterización está bien hecho y el personaje, a pesar de su esxagerado buenismo, está bien construido, pero es imposible diferenciarlo de ninguno de los hombres a su cargo -cortados por el mismo perfil-, ni de otros agentes de otros servicios secretos que forman parte de “los buenos”. Son todos iguales. Para darles un poco de personalidad, los autores dicen dar cierta particularidad a cada uno de ellos. Los autores te destacan -y te recuerdan casi cada vez que pueden- que Margarita es de deducciones rápidas, que Miralles es de un humor muy agudo, o que Sergio es dado a los exabruptos… Pero en ningún momento les vemos hacer el más minimo uso de esas cualidades. Además, oficialmente, Salvador se lleva mal con todos los agentes de otras organizaciones pero, -¡oh, que casualidad!- por causas mas o menos peregrinas, es amigo o enemigo secreto de todos y cada uno de ellos -sin excepción- y siempre por cosas similares. Si este recurso se usa una vez queda bien, ¡pero es que se usa como unas veinte veces!

Por otro lado tenemos a Pato Borrego, director de CNI, que es un ser repulsivo, racista, chabacano y cutre, cómo salido de una película de Torrente. Cree a pies juntillas todo lo que dicen los yanquis y, a pesar de todas las evidencias en contra de esa opinión, no tiene ningún asomo de duda. Al principio, puedes creer que es por simple desconfianza, pero posteriormente te das cuenta de que no le importa lo que digan sus subordinados. Está a favor de los yanquis y le da bastante igual cuál es la verdad, simplemente quiere que ganen para tener su porción de gloria. No es que sea mala persona o tenga ansias de grandeza, simplemente, es idiota. De la misma manera que todos los “buenos” están cortados por el mismo patrón, todos los “malos” -esto incluye a todos los yanquis y miembros del PP- también lo están. Son abiertamente estúpidos, ignorantes, tramposos y orgullosos de su ¿estupidez?

Durante el libro, vamos viendo las diversas actuaciones del PP en sus dos últimos años de legislatura. Se puede discutir el acierto o el desacierto de las mismas -invasión de Perejil, Prestige, Gescartera, Iraq, “ha sido ETA y quién diga lo contrario es un miserable”- pero en el libro se produce una demonización gratuita de los políticos del PP. No la cagan por estar equivocados, ser incompetentes o obedecer a un “bien superior” -bueno, Aznar quizás esto último…- sino simplemente por ser idiotas. El libro deja claro que saben que sus decisiones son incorrectas y que la van a cagar, pero aún así las hacen con toda su energía. Entonces, cuando las cosas salen mal, es culpa de los “buenos” por… esto… porque son los “buenos”.

Además de tener un ritmo lento, un estilo farragoso y “dos personajes”, al libro también le pesa su previsibilidad. A todo el que conozca un poco la historia reciente de España sabrá punto por punto que va a pasar en cada momento. Esto unido a que cada “problema” se resuelve siempre de la misma manera hace que el libro se vuelva cansino y repetitivo. ¿Transmite tensión el libro? Durante las primeras cincuenta páginas, sí. Luego se vuelve machacón y aburrido.

Celebro y alabo la pretensión de crear una historia de espías en España. El punto de partida es original y no discuto que haya un buen trabajo de investigación, pero los defectos pueden demasiado y el resultado es un mal libro.

Nota: 2

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