domingo, 28 de agosto de 2011

Con la muerte en los talones

Estamos ante uno de los clásicos más famosos de Hitchcock. Es una de estas películas inclasificables que pueden estar adscritas a más de un género a la vez con total merecimiento.

La película empieza presentándonos al vividor y lenguaraz Roger Thornhill, publicista seductor e irreverente. A causa de un malentendido, es confundido con un espía del gobierno. Acto seguido es secuestrado e interrogado, a pesar de clamar por su inocencia. Consigue escapar y se ve obligado a empezar una huida mientras intenta demostrar que es un simple publicista y no un agente secreto.

El planteamiento sirve de punto de partida para un auténtico festival de escenas magistrales. Normalmente se suele considerar un thriller aunque se pueden encontrar elementos propios de comedias de espías y escenas de acción. La película empieza como un thriller estándar de falso culpable, pero pronto la trama se desmadra y te atrapa en un espiral de escenas espectaculares tanto visualmente como en su construcción. Ese desmadre se torna absurdo en muchos momentos, en una sucesión de locuras ilógicas que se encuentran perfectamente entrelazadas para conformar un “más difícil todavía” superado momento a momento.

ACTORES: El protagonismo corre a cargo de un veterano Cary Grant, gran actor donde los haya, dota de gran solidez a su personaje, otorgándole carisma y una cierta sorna irreverente en sus acciones, cómico en bastantes momentos.  Eva Marie Saint hace un papel de femme fatale más tópico, cumpliendo con corrección.

DIRECTOR: Hitchcock es un maestro del suspense, inventando la mayoría de los mecanismos, escenas, giros y recursos propios del género. En esta película da una espléndida lección de cómo se debe fabricar una película para entretener. Pergueña una preciosa mezcla de aventura, suspense, comedia y absurdo. Precursora de lo que acabará siendo el género Bond, con su agente secreto carismático y ligón, del que puedes estar seguro que escale, caiga, vuele o corra, no se va a despeinar ni va a manchar su traje. Toda la película tiene un desarrollo totalmente absurdo e ido de olla, posteriormente absorbido por las películas Bondianas. Muchos criticarán la enorme falta de lógica de la película, que no se torna incoherencia en ningún momento–vale, no es lo más eficaz intentar matar a alguien con una fumigadora-, sin embargo, ahí reside su grandeza. Toda esa locura te sumerge en una sucesión de escenas llenas de tensión que han marcado a varias generaciones de espectadores, inolvidables y magistrales en su ejecución, consiguiendo pegarte al asiento, tenso y pendiente de la acción:
-          Cuando baja borracho con "su" Mercedes.
-          Todo el viaje del tren con Eva. Tremendas las conversaciones y después como se evade de la autoridad.
-          La escena de la fumigadora, los efectos especiales están demasiado currados para ser del '59.
-          Esa puja... jajaja. Al principio me daba vergüenza ajena, pero cuando ya supe porque lo hacía –magistral la escena, mil veces imitada-.
-          Lo del Monte Rushmore, espectacular final, escenificado en cantidad de parodias.

GUIÓN: la película disfruta de un guión sólido dispuesto a la aventura –del que Desde Rusia con amor bebe mucho-, dispuesto a pegarte al asiento y obligarte a estar dos horas delante de la pantalla, disfrutando maravillado de lo que ocurre. La construcción del personaje principal es perfecta, seductor en algunos momentos, ingenuo en otros, pero siempre sofisticado y aristocrático, con clase. La trama discurre por la absurdez en algunos momentos –un “¡hala, como se les va!” es casi obligado en algunos momentos- pero ahí está su genialidad pues la trama en ningún momento pierde coherencia ni pierde solidez (se llevó su correspondiente nominación al Oscar por ello).

Un filme soberbio con un guión potentísimo que te hace clavarte a la pantalla sin apenas parpadear; una puesta en escena extraordinaria, con todos los elementos hitchcockianos; unos actores en plenitud, con uno de los malos más encantadores de la historia del cine (James Mason en el papel de Phillip Van Damme), y un technicolor magnífico que creó incluso una moda (la estética de la publicidad de los cincuenta en la serie "Mad men" se ha inspirado en esta película). En definitiva, una de las cumbres del cine. Me flipa.

Nota: 9
Nota filmaffinity: 8.4

En los Óscars tuvo 3 nominaciones (guión, montaje y dirección artística) que, aunque merecidos, acabaron en nada pues es el año de la monumental Ben-Hur, que arrasó con todo.

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